Tomado de Caracol Radio
Mónica, una joven
Nukak Makú de solo 20 años tiene vivos los recuerdos de una mañana en que su
familia pescaba en un río y llegaron los guerrilleros de las Farc a ordenarles
que se fueran si querían seguir vivos.
"Llegaron los armados y nos dijeron que si no nos íbamos ya, a las cuatro de la tarde volvían a matar a todos los nakuces. Cojan sus cosas y se van. Y entonces llegamos y empacamos la ropa, la sal, primero que todo, y las ollas y los toldillos y las hamacas y también las mecheras. Y cogimos todos por el camino del río", relató Mónica a Caracol Radio.
Entonces tenía once años y con sus padres y la familia, unos 200 Nukak siguieron la ruta del río Guaviare a buscar nuevos sitios para vivir, ya que la orden era desalojar su tierra ancestral, llamada Laguna Makú. "Allá teníamos muchos pescados y muchos animales que comer", dice la joven nativa haciendo énfasis en algunas palabras y lanzando constantemente una interjección de rabia y de impotencia.
Después de algunos días de caminar, los padres de Mónica, que alguna vez habían salido hacia San José del Guaviare, resolvieron dirigirse hacia allá. "Papá dijo que no podíamos ir a la montaña, a donde querían enviarnos los armados. ¿No ve que allá no hay nada, allá no hay sino montaña? Entonces seguimos el río y cuando llegamos a un caserío salieron otros guerrilleros y nos dijeron que no podíamos vivir allá porque ustedes, todos los Nukak se van a morir. Si se van a esconder vamos con un señor que los conoce a ustedes a buscarlos y se van a morir, en La Rompida o en Mocuare, allá los buscamos", recuerda Mónica sobre la odisea Nukak.
La joven dijo que cuando llegaron a otra población, Pipirá, fueron a buscar medicinas en un puesto de salud porque varios Nukak iban enfermos. Y llegaron dos mujeres armadas que les dijeron que no podían ir a San José del Guaviare ni a Tomachipán, porque ellos no lo permitían. "Una de nosotros les dijo mentiras y que nos quedábamos a trabajar allí. Pero tan pronto pudimos seguimos y a las seis de la mañana ya estábamos pasando por Mapiripán, para acá", dijo.
Después de caminar durante tres meses, llegaron a San José del Guaviare a mendigar y a encontrarse con un mundo hostil. Pocos han aprendido el español, como Joaquín, el líder del grupo, y como Mónica. Hace unos años el municipio les dejó un predio a una media hora de esa capital, donde muchas veces son mal vistos por los vecinos, que los tratan de ladrones si toman una fruta o una gallina.
Los 'blancos' no entienden que los Nukak no manejan conceptos como el de propiedad privada. Para ellos no existen jerarquías y la organización social es horizontal y comunitaria. Incluso muchos sectores no aceptan como capitán al joven Joaquín, pues creen que, como en la mayoría de los grupos indígenas, los 'mandones' son las personas mayores.
"Llegaron los armados y nos dijeron que si no nos íbamos ya, a las cuatro de la tarde volvían a matar a todos los nakuces. Cojan sus cosas y se van. Y entonces llegamos y empacamos la ropa, la sal, primero que todo, y las ollas y los toldillos y las hamacas y también las mecheras. Y cogimos todos por el camino del río", relató Mónica a Caracol Radio.
Entonces tenía once años y con sus padres y la familia, unos 200 Nukak siguieron la ruta del río Guaviare a buscar nuevos sitios para vivir, ya que la orden era desalojar su tierra ancestral, llamada Laguna Makú. "Allá teníamos muchos pescados y muchos animales que comer", dice la joven nativa haciendo énfasis en algunas palabras y lanzando constantemente una interjección de rabia y de impotencia.
Después de algunos días de caminar, los padres de Mónica, que alguna vez habían salido hacia San José del Guaviare, resolvieron dirigirse hacia allá. "Papá dijo que no podíamos ir a la montaña, a donde querían enviarnos los armados. ¿No ve que allá no hay nada, allá no hay sino montaña? Entonces seguimos el río y cuando llegamos a un caserío salieron otros guerrilleros y nos dijeron que no podíamos vivir allá porque ustedes, todos los Nukak se van a morir. Si se van a esconder vamos con un señor que los conoce a ustedes a buscarlos y se van a morir, en La Rompida o en Mocuare, allá los buscamos", recuerda Mónica sobre la odisea Nukak.
La joven dijo que cuando llegaron a otra población, Pipirá, fueron a buscar medicinas en un puesto de salud porque varios Nukak iban enfermos. Y llegaron dos mujeres armadas que les dijeron que no podían ir a San José del Guaviare ni a Tomachipán, porque ellos no lo permitían. "Una de nosotros les dijo mentiras y que nos quedábamos a trabajar allí. Pero tan pronto pudimos seguimos y a las seis de la mañana ya estábamos pasando por Mapiripán, para acá", dijo.
Después de caminar durante tres meses, llegaron a San José del Guaviare a mendigar y a encontrarse con un mundo hostil. Pocos han aprendido el español, como Joaquín, el líder del grupo, y como Mónica. Hace unos años el municipio les dejó un predio a una media hora de esa capital, donde muchas veces son mal vistos por los vecinos, que los tratan de ladrones si toman una fruta o una gallina.
Los 'blancos' no entienden que los Nukak no manejan conceptos como el de propiedad privada. Para ellos no existen jerarquías y la organización social es horizontal y comunitaria. Incluso muchos sectores no aceptan como capitán al joven Joaquín, pues creen que, como en la mayoría de los grupos indígenas, los 'mandones' son las personas mayores.
Para
más información:
http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/queremos-volver-a-nuestra-selva-lider-nukak-maku/20101210/nota/1397281.aspx
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